Meganegocio en manos de Félix González Canto
- Desde el poder, el ex gobernador ultimó todos los detalles
para que su operador financiero, Omar Giacomán y nadie más, figurara como el
representante del millonario proyecto de los puentes Nichupté y Bojórquez.
Por: Agustín Ambriz
México, D. F., a 2 de noviembre de 2011.- A Mucho tiempo
antes de dejar la gubernatura, Félix González Canto pavimentó a fondo el camino
para que su asesor financiero, amigo, compadre y socio, Omar Giacomán Alborta,
manejara a futuro la representación oficial y la operación de los cuatro
proyectos nodales de infraestructura urbana en los cuales se proyectan invertir
más de 15 mil millones de pesos, durante los próximos cinco años.
Se trata de la construcción de dos puentes vehiculares, uno
sobre la Laguna Nichupté y otro sobre la Laguna Bojórquez; del Dragon Mart en
Cancún; del complejo portuario de altura en Puerto Morelos; y del Parque Eólico
en Cozumel, cuyo destino está en manos del ex gobernador y de su operador
financiero.
Desde junio de 2010, la Secretaría de Comunicaciones y
Transportes (SCT) le otorgó al gobierno de Félix la concesión por 30 años para
construir, operar, explotar, conservar y mantener los puentes. Y el entonces
gobernador aprovechó su poder para poner candados y nombrar a Giacoman como
“Coordinador de Políticas Públicas del Estado de Quintana Roo, para oír,
recibir, ingresar, gestionar y continuar con los trámites relacionados con el
proyecto”.
Por eso, Giacoman se desplaza hoy con mucha seguridad por
secretarías y direcciones gubernamentales pregonando la paternidad del
proyecto. “El proyecto es mío y se va hacer”, reparte el enigmático hombre de
negro, quien desde el sexenio pasado viene operando los grandes negocios de
Félix desde el sector público.
La relación entre Félix y Omar data de su época como
estudiantes en la carrera de Economía por el Tecnológico de Monterrey. Al
llegar a la gobernatura, González Canto nombró a su amigo como asesor de
asesores y desde este cargo de bajo perfil se dedicó hacer negocios en todos
los ámbitos. Hábil para bajar recursos tanto de la federación como de
organismos internacionales, Giacomán aprovechó la oportunidad para hacer
negocios propios a través de una empresa familiar de mecánica en general y
venta de autopartes. A través de esta empresa se le adjudicaron directamente
varias licitaciones para remodelar y componer el parque vehicular del gobierno
del estado y el de la mayoría de los municipios.
Félix siempre ha mantenido a Omar fuera de los reflectores.
En la pasada administración se hizo famoso precisamente porque andaba de
oficina en oficina en busca de los grandes negocios. Pidiendo cuentas e
información a los secretarios, por instrucciones del “señor gobernador”. Si
alguien se oponía o dudaban, de que el hombre de negro goza de picaporte con el
gobernador, Giacoman era implacable con ellos.
Así, mitad amigo del gobernador, mitad compadre, mitad
asesor, mitad empresario, mitad operador financiero, la función de “El Cuervo”,
como se le conoce entre la clase política, es la de un intermediario o broker
que saca tajada siempre que se concreta un proyecto gubernamental o se
satisface alguna necesidad del Ejecutivo.
“Detrás de cada proyecto, hay un gran negocio”, fue la
máxima que durante el pasado sexenio puso de moda este boliviano, cuyo gran
mérito fue haber sido compañero universitario de Félix González Canto, además
de poseer una envidiable destreza para hacer timbrar la caja registradora (la
del erario público y la propia), así como saber tejer buenas relaciones en
altas esferas del gobierno federal y empresarios nacionales.
Recientemente, se evidenció que Giacomán tiene intereses en
la empresa Ecolimpia, una de las encargadas de recoger la basura en Cancún. A
la empresa se le dieron facilidades para adquirir en remate los camiones
chatarra del ayuntamiento de Benito Juárez, mismos que fueron reparados y hoy
son los que cobran al gobierno municipal por los servicios de recolecta. En su
momento, el presidente municipal Julián Ricalde, aseguró que parte de la
flotilla de Ecolimpia también eran camiones de basura del municipio de Cozumel.
Ahora, el afán de Giacomán por iniciar el proyecto de
construcción de los puentes lo ha llevado inclusive a mentir y engañar al
gobernador Roberto Borge Angulo, al asegurar que ya se tienen todos los
permisos correspondientes para iniciar la obra. Tal información hizo salir en
falso, primero al gobernador Borge, quien anunció el proyecto como un hecho. Y
luego a Mario Castro, titular de la Secretaría de Infraestructura y Transporte
(SINTRA) quien reprodujo la versión que le vendió Giacomán.
Enormemente preocupado, el delegado de la SCT en Quintana
Roo, Miguel Ángel Núñez Pérez, aclaró directamente al gobierno del estado que
la información era inexacta puesto que el proyecto no contaba todavía ni con la
manifestación de impacto ambiental ni con los permisos correspondientes de la
dependencia federal.
“La SCT avala la concesión, pero el proyecto debe cubrir todos
los requisitos de ley y eso todavía no se cumple”, aclaró el funcionario.
Molesto por la aclaración del funcionario federal, como es
su estilo, Giacomán se dedicó a fanfarronear y retó: “El proyecto se va hacer
porque está todo en orden”.
Negocio a perpetuidad.
Según el proyecto técnico de la obra, la construcción del
Puente Nichupté, de ocho kilómetros de largo, requiere una inversión de 2 mil
737 millones 468 mil pesos, mientras que para el Puente Bojórquez, de 1
kilómetro, se tienen presupuestados 91 millones 837 mil pesos. En total: 2 mil
829 millones 305 mil pesos que el experto Omar Giacomán se encargó de bajar de
algunas partidas federales, como lo presume él mismo.
Los términos de la concesión reconocen como organismo
directamente responsable de la obra a la paraestatal denominada Administración
Portuaria Integral de Quintana Roo S.A. de C.V. (APIQROO), cuyo presidente del
consejo de administración es el titular del Poder Ejecutivo, en ese entonces
Félix González Canto quien en los hechos sigue asumiendo el cargo.
El proyecto no se pudo desarrollar durante la administración
pasada, pero el ex mandatario se encargó de que siguiera bajo su dirección, aún
después de dejar la silla. Por eso antes de salir, Félix puso al frente de
APIQROO a otro de sus incondicionales, Román Quian Alcocer, quien en dupla con
Omar Giacomán se encargará de los trámites de licitación de la obra pública.
El negocio de Félix pretende ser redondo.
No sólo busca ganar con las licitaciones para la obra y la
compra de materiales, sino que una vez concluidos los puentes, la APIQROO goza
de facultades para decidir a qué empresa se adjudicará la concesión por el
cobro al uso de los puentes, así como la renta de locales o los espacios
públicos que estarán integrados a la obra.
De acuerdo a la proyección financiera del proyecto del
Puente Nichupté, tan sólo por el cobro de peaje se pretenden generar durante
los próximos 30 años más de 16 mil 745 millones de pesos, es decir casi siete
veces el costo real de la obra. Y por el Puente Bojórquez las proyección a 30
años se va a 632 millones 244 mil pesos, cinco veces más que el costo real de
la obra.
En el proyecto ejecutivo no se establece la cuota que
pagarán los usuarios, pero se puede calcular con base al aforo vehicular
previsible diariamente. Por ejemplo, en el primer año por el Puente Nichupté se
presupuesta obtener 450 millones 547 mil pesos, es decir 1 millón 234 mil pesos
diarios. Si el aforo fuera de 50 mil automóviles la cuota de peaje sería de 25
pesos por cada vehículo.
Según estas mismas proyecciones, en el año 30 la
concesionaria del Puente Nichupté obtendría por el cobro de peaje recursos por
más de 799 millones 928 mil pesos, es decir 2 millones 191 pesos diarios que se
calcula se recolectarían a través de 100 mil automovilistas para seguir con la
tarifa de 25 pesos por vehículo.
Para otorgar la concesión de la obra, la SCT valoró el
acelerado crecimiento de la Ciudad de Cancún y las necesidades de vialidad que
despuntarán en los próximos diez años en el destino turístico más importantes
del país por volumen de divas que ingresan al país por este concepto.
“Entre los efectos negativos más evidentes del acelerado
desarrollo que enfrenta la ciudad de Cancún – se argumenta en la concesión –,
se encuentra el aumento de los problemas de tránsito, que se ve magnificado
debido a que el principal sitio de trabajo es la zona hotelera, cuya
infraestructura vial de acceso se encuentra rebasada con agudos problemas de
saturación.
“Los estudios de movilidad realizados desde 2006 arrojan que
diariamente se trasladan alrededor de 230 mil personas desde la periferia al
centro de la ciudad y desde la periferia y centro de la ciudad hacia la zona
hotelera, y viceversa. Se espera que en los próximos 10 años la oferta
turística aumente 4 por ciento. Cerca del 90 por ciento de la capacidad
turística se concentra en una sola arteria vial, el Boulevard Kukulcán, debido
a que no existen rutas alternativas; a lo largo del boulevard se registran
diversos conflictos viales, sobre todo en su confluencia con las avenidas Cobá
y Bonampak, donde se prevé un aumento aún mayor del tráfico conforme avanza el
desarrollo del nuevo centro de Cancún en Tajamar y del desarrollo Puerto
Cancún, y la movilidad de la población entre la ciudad y la zona hotelera
demanda un sistema vial que permita un tránsito eficiente de vehículos”.
De concretarse este ambicioso proyecto de los puentes, para
los que se estima una inversión superior a los 2 mil 829 millones de pesos con
una proyección financiera de 17 mil 377 millones de pesos a la vuelta de 30
años, seguramente Félix y su operador financiero comenzarán a frotarse las
manos por el buen inicio de sus negocios que pretenden seguir haciendo ya fuera
de la silla y en franca intromisión a la administración del gobernador Roberto
Borge.