jueves, 22 de enero de 2015

Es momento de reflexionar y humanizar

Por: Ali García Hdez.
Sin lugar a dudas, la situación económica en nuestro país, deja mucho que desear, en estos últimos años vemos como el aumento exagerado de los productos básicos, entre otras necesidades, sigue afectando a las familias de escasos recursos; es inequívoco decir que la actual situación no es para menos, estamos siendo prescindibles ante un gobierno que controla sus acciones de forma arcaica, llevando como ejemplo las mismas medidas de quienes nos administraron en el pasado, casi por igual, nos gobiernan hoy.

Aunado a ello, como ciudadanos hombres y mujeres debemos de ponernos manos a la obra para hacer posible un verdadero cambio, exigiendo insistentemente a los gobiernos que nos representan, a cumplir con nuestras demandas e inquietudes.

Unificarnos con solidaridad y sensibilidad es la solución ante esta falacia de sociedad “envuelta” en estos tiempos modernos donde impera la tecnología y los sistemas de información.

El trabajo, la dedicación, el ser amable con los demás, son los puntos clave para hacer de nuestra sociedad, una sociedad más unánime ante la problemática que se vive en nuestro país; solo de esta forma humanizándonos lograremos un cambio “sin igual” abatiendo de manera loable las necesidades básicas que azota a los más vulnerables y desprotegidos.

Olvidemos los niveles, colores y sabores; pongámonos a trabajar por el bien común de nuestras familias y por un mejor futuro para nuestros hijos, inculquemos valores y fomentemos la cultura, así como los buenos hábitos hacia los demás.


miércoles, 21 de enero de 2015

Algo más que palabras

  • La mentalidad divorcista también nos ahoga como familia


Víctor Corcoba Herrero/ Escritor

Durante muchos años he venido escribiendo sobre los peligros de la familia y últimamente he reflexionado mucho más sobre ello. Para empezar, el mundo no se puede construir bajo una mentalidad que separa por principio. No olvidemos que el ser humano se inicia, y debe desarrollarse como tal, donde se abre a la vida y, en todo momento, arropado por los suyos, por los que le dieron la existencia. Por supuesto, uno de los riesgos más graves a los que se expone nuestra época, es el divorcio entre finanzas y moral, entre lazos y ética. Realmente estamos cosechando tantas precariedades que, a veces la vida, cuesta embellecerse con ella, puesto que son las relaciones con las personas lo que da lucidez a nuestro acontecer diario. En este sentido, hemos injertado al vínculo conyugal la fiebre de lo inseguro, la locura del odio, lo efímero y lo frágiles que somos. Por desdicha, aún no hemos aprendido a amarnos cuando ya estamos aborreciendo nuestras propias raíces, que están en nuestros predecesores queramos o no, puesto que por ellos hemos venido al mundo. Por consiguiente, pienso que jamás hay que tener miedo a donarse, a amar con un corazón abierto y comprensivo, a vivir amando. Desde luego, hay que aceptar el reto del amor como algo físico, porque el amor es nuestro sustento, nuestra razón de caminantes, nuestro sentimiento más profundo. El matrimonio, en cambio, es más química.

Todos los problemas germinan de un mismo tronco, de una misma raíz; la del miedo, que desaparece cuando verdaderamente se ama; pero el amor nos da recelo porque nadie se fía de nadie. Bajo esta precariedad de malicias, en ocasiones servidas en bandeja de plata, se constata en todos los continentes y en cualquier ambiente social, una cultura que nos repudia como seres humanos. Sin duda, esta sociedad es más inconsistente que nunca, lo que ha puesto en peligro incluso el esfuerzo educativo. Naturalmente hoy sabemos más que en otros tiempos, pero no por ello somos más felices. Esta es la auténtica verdad. ¿Cuántas veces nos quieren convencer de que el divorcio es la única salida a una crisis matrimonial? Es lo propio de esta mundanidad que nos acorrala con su dictamen de absurdas normas. No importa una vida compartida. La mentalidad divorcista es tan fuerte que todo se deriva en drama. Con demasiada repetición, los cónyuges se rinden sin luchar por algo que les pertenece, pero es que la sociedad no les deja pensar ni para que luchen, y con las primeras dificultades todo se derrumba en la nada.

Nadie me negará que el divorcio es otro de los negocios actuales, por cierto uno de los más rentables. La desunión la hemos convertido en una decisión jurídica sin más, de pelea de gallos hasta matarse si es preciso. Las modas son así de crueles y tozudas. Lo que es un problema de relación que tal vez podría reconstruirse, se destruye sin más, judicializándolo al máximo. Los costes son particularmente elevados para todos, incluso para la misma sociedad que continúa aborregándose, permitiendo pasivamente el desmembramiento de tantas familias. La idea de que la entrega recíproca de los esposos hasta la muerte es posible, no interesa a esta sociedad que repela el compromiso, que trivializa con el sexo, que juega con los sentimientos a través de una falsa concepción de la libertad. Asistimos, además, a la invasión del goce de una independencia atroz, de un individualismo radical, a un desprecio del ser humano en definitiva. Con frecuencia somos piedras que no ablandamos y hasta llegamos a desechar, del propio corazón, al que un día le dijimos que le amábamos. Es la incoherencia de una tribu alocada, sumida en estilos de modas, de telenovelas que ponen en tela de juicio el valor del vinculo matrimonial, como si fuese cosa de antiguos. Alguna vez he leído que lo más razonable que se ha dicho sobre el matrimonio, es que hagas lo que hagas te arrepentirás. Partiendo de estos pensamientos que están ahí, en la propia calle, difícilmente se puede hablar de entrega generosa, fiel y permanente. O se habla, pero no pasan de ser meras palabras sin latido alguno, con lo cual, ante el primer pulso de la vida se hunde el nexo, que un día elegimos libremente y conscientemente.

Sucede a menudo que los responsables de hacernos la vida más llevadera, entiéndase nuestros líderes políticos, alimentan este cultivo divorcista con expresiones legales que ponen en precario el propio amor, contribuyendo desde sus doctrinas a crear más problemas que soluciones. En multitud de Estados, el matrimonio, ya no se considera un bien colectivo, ni un valor público, sino algo arcaico y sin sentido. La palabra dada tiene un valor limitado en el tiempo y el egoísmo es lo que impera, lo que está bien visto o lo que se consiente. No suele importar el pensamiento de cada uno de los cónyuges. En el fondo, hay un desconocimiento total de la pareja como riqueza y complementariedad; inexperiencia y confusión en parte avivada por una radical ideología feminista, renombrada de género, que casi nunca suele escuchar a todas las partes. A mi juicio, creo que hemos pasado de un polo a otro, sin mediar en los sentimientos de las personas, y en la ayuda que precisan estos sufrimientos. Verdaderamente, con excesiva asiduidad, cuando se produce la crisis, los esposos se encuentran sin apoyo alguno, y esta indeseable soledad los deja encerrados en un camino sin salida, llámese mujer u hombre. Seamos sinceros, aquí también solemos privilegiar el dinero a costa de la vida matrimonial, o sea la industria del capital a costa de las propias miserias humanas. Sería bueno que nos preguntásemos más en cómo ayudar a los que viven esta situación para no caer en la trampa de la disociación.


Pensamos que el divorcio es la solución, porque así se encargan de hacérnoslo ver el sistema que todo lo separa, que no entiende de bien colectivo, ni de bien social, cuando en realidad se debiera promover una genuina cultura del amor y de la vida. En una sociedad que se desmorona inevitablemente falla todo, tenemos que reconstruirla como decía yo mismo hace unos días en otro de mis artículos. Lógicamente hemos de aprender a convivir, a tener consigo una comunión de vida y de amor estable, fiel y leal, exclusivo y regenerador, de integración y de apertura, de felicidad y de pasión. En todo caso, se tiene que revalorizar el ser humano en su dignidad, como proyecto de vida y como caminante de horizontes. Se trata de que todos nos acompañemos a todos, de pacificar en lugar de guerrear, de comprender y de poner en marcha una humanidad más auténticamente amorosa. Lo nefasto sería entrar en una guerra de género. Evidente, hay que prevenir las separaciones, y eso solo se puede hacer desde la infancia, con el ejemplo de sus progenitores, que es donde la persona nace y se crece en el afecto. Todos necesitamos una educación más humana, más del alma, más de la vida para poder seguir viviendo y, de este modo, poder tener continuidad como especie pensante.

Culmina recorrido "Por la Paz", hacen llamado para rescatar valores

  • Juan Márquez recorrió 1,966 kilómetros durante 56 días, atravesó 9 estados de sur a centro; convocan a una cruzada nacional por el rescate de valores



México, D.F.- Luego de una caminata de 1,966 kilómetros que inició en Playa del Carmen, Quintana Roo y culminó este mediodía en la explanada del Zócalo de la Ciudad de México, Juan Márquez Nieto, “el caminante por la paz” convocó a la sociedad mexicana a sumarse para construir un país de paz, libre de violencia y con un verdadero estado de derecho: “hagamos posible lo imposible para vivir en armonía, vivir en paz. Sabemos en qué condiciones está nuestro país y tenemos que sumar voluntades”, arengó.

A su arribo al Zócalo capitalino, los integrantes del movimiento Uniendo Voluntades por la Paz, hicieron un llamado a las autoridades para que de manera urgente inicien una Cruzada Nacional por el rescate de los valores, porque consideraron es la única forma de cambiar al país, “el pueblo mexicano merece respeto por parte de las instituciones, porque los han afectado con actos duros y desleales, traicionándolos de muchas maneras”.

Con el objetivo de irrumpir en la cotidianidad de los ciudadanos para hacerlos reflexionar y demostrarles que se pueden alcanzar metas que parecen imposibles, Juan Márquez Nieto, ingeniero de 60 años, inició su caminata llevando un balón en la cabeza desde el extremo sur de la República y esta mañana llegó a la Basílica de Guadalupe para después trasladarse al Zócalo.

Carlos Eduardo Pérez Ventura, dirigente del Consejo Estatal de Organizaciones a nivel nacional explicó que esta acción se suma a la caminata #43x43, que realizaron encabezados por José Alcaraz en el mes de noviembre, desde Iguala hasta la Ciudad de México para pedir el regreso de los estudiantes de Ayotzinapa. En este caso, la petición fue hacia los partidos políticos y las instituciones gubernamentales para que haya respeto y apego al estado de derecho en las elecciones que se avecinan.

En compañía de Pérez Ventura y Aarón Hernández, coordinador logístico de la Cruzada Nacional Uniendo Voluntades por la Paz, Juan Márquez Nieto, anticipó que en los próximo meses podrían iniciar una nueva movilización dominando el balón, que parta desde la ciudad de Tijuana nuevamente a la Ciudad de México, para manifestar su descontento con la situación de violencia que enfrenta el país.

Bajo los inclementes rayos de sol que lo acompañaron en el último tramo de dicho trayecto, Juan Márquez relató que a lo largo de su recorrido por los estados de Quintana Roo, Yucatán, Campeche, Chiapas, Tabasco, Veracruz, Puebla, Estado de México y Distrito Federal, se enfrentó a las condiciones climatológicas, atravesó zonas escarpadas y en todo momento, fue bien recibido por la gente de las comunidades, “es una experiencia de vida, me salí de mi zona de confort y cómo la disfrute, la gente es excelente”, expresó con rostro sonriente.

A su vez, Vanesa Márquez, hija de Juan Márquez, consideró que el esfuerzo realizado por su padre es un ejemplo para la juventud y un llamado a la sociedad para romper el miedo y atreverse a usar el arte, la cultura y la educación como las verdaderas armas que podrán reconstruir la paz para México.

Carlos Ventura hizo eco de la preocupación que enfrentan las organizaciones civiles ante la situación de violencia que enfrenta México, no obstante, consideró indispensable mantener la guardia alta y seguir luchando para construir un México en paz, donde prive el respeto a los derechos humanos, donde los ciudadanos podamos vivir tranquilamente, “esta caravana de 1996 kilómetros es un claro ejemplo de que los ciudadanos nos podemos organizar y hacer grandes cosas y grandes proyectos”.

En representación de las 135 organizaciones civiles que se sumaron al llamado del CEO, Carlos Pérez Ventura calificó de verdadero el empoderamiento de la sociedad civil y exhortaron a los partidos políticos a no postular candidatos vinculados con la delincuencia organizada.

“Todo parece indicar que hacen expresiones y dicen que no lo van a hacer, pero en la práctica, en muchos estados sabemos que están postulando líderes vinculados con la delincuencia organizada”, afirmó el representante nacional del CEO, tras advertir a los partidos que si no quieren caer en más desprestigio deben observar mayor cuidado a la hora de elegir a sus representantes.


Finalmente, también convocaron a la ciudadanía a no caer en la compra y venta de votos, a no canjear sus decisiones electorales por tinacos y láminas, “los ciudadanos tenemos un papel importante, debemos hacer conciencia de que vender nuestro voto, nos sale muy caro y terminamos pagándolo durante años”, concluyó.