jueves, 18 de agosto de 2016

Compartiendo diálogos conmigo mismo

La contemplativa del verdadero amor
(El referente de la Sagrada Familia como auténtica escuela de AMOR)

I.- JESÚS
Jesús camina siempre con nosotros,
vive en nosotros y por nosotros sufre,
muere en la cruz, haciéndose camino
en nuestro andar, ¡luz que nos guía!

Es necesario salir a su encuentro,
reencontrarse uno mismo, fundirse
con sus llagas hasta licuarse de amor,
que amar es vivir, ¡adorar al Dios vivo!

Nada me desvela tanto como venerarle,
convivir con mi soledad en su silencio,
escucharle, sentir su presencia en mí,
pues sólo él, ¡es el Dios de nuestra vida!

II.- MARÍA
María, que dio un rostro humano al verbo
divino, hasta engrandecernos como espíritu,
ofreciendo su gran corazón para dar posada
a Dios, y así, ¡nada es en Jesús sin su Madre!

Por ella, todo en esta tierra tiene un afecto
maternal de cercanía, que nos alienta y aviva,
que nos esperanza y fortalece, para continuar
viviendo la alegría, ¡reviviendo el efectivo gozo!

Ella nos da a su hijo, nos hace ver que Dios
nos ama hasta el extremo de donarse todo,
de dar la vida; y esto es grande, esto es hermoso,
como lo es el amor de madre, ¡el amor de María!

III.- JOSÉ
San José, el augusto esposo de María, irradia
la pureza de la hondura del lazo conyugal,
la custodia atenta de la vida de un Niño,
siempre en crecimiento, ¡en protección!

Ya en su tiempo, José fue un refugiado,
con María y Jesús, que hubieron de escapar
de Herodes, pues esta vida tiene sus tormentos,
y también sus aleluyas, ¡siempre en familia!

En la vida familiar de María y José, un Niño
ocupa el centro de sus quehaceres, irrumpe
la inocencia de los lloros y las risas, se recrean
y se crecen con él, ¡todo está centrado en Jesús!


Víctor Corcoba Herrero

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