miércoles, 25 de enero de 2017

Compartiendo diálogos conmigo mismo

Agárrate a la vida y vive

Mi alma es de horizontes abiertos
y mi cuerpo una fortaleza
ante las adversidades de la vida,
pues sólo hay que volver a la palabra
para sentir a Dios dentro de uno,
y, así, aparcar los desconsuelos.

El único aliento que nos reaviva,
que nos da valor y valía para crecer,
que nos exhorta a ser valientes,
a continuar en el trayecto,
es el coraje injertado, la pasión
puesta, cada cual consigo mismo.

Hemos de agarrarnos, fuertemente
a los días, con los ojos abiertos.
¡Despertar!; ser como el agua que corre,
pues aquella que se estanca,
se corroe, y corrompida nada es,
pues ni sacia, ni armoniza con la luz.

Tenemos una fuerte motivación,
la de conocer y reconocer a Jesús,
la de adorarle y seguirle porque sí,
pues siempre hay una estrella
que llamea por nosotros y nos llama
para revivirnos de nuestras cenizas.

Dejémonos renacer en la poesía,
en la sencillez de cada momento,
en la humildad de lo que soy,
apenas nada y apenas todo;
la eternidad de Dios en un soplo,
y un instante para recobrarme.

Pongamos todo el corazón
en avivarnos ante esta mística
que nos recrea y nos crea a diario.
Vivifiquemos el espíritu creativo;
para engrandecernos donándonos,

que quién mucho ama, mucho vive.

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