Derecho a un futuro
“Ojalá recobremos esa
fuerza necesaria para renacer y para ser unos con otros el recurso de
hospitalidad”.
Todos tenemos derecho a encontrar el camino de la vida y a
poder reintegrarnos en el sueño de vivir. Esto no es nada fácil, pues cada día
levantamos más barreras que nos impiden el encuentro con nuestros análogos,
cerrándonos a sus pensamientos y experiencias. Por si fueran pocos los muros y
las discordias, el impacto socioeconómico del cambio climático también se está
acelerando. Los dos millones de desplazados, los 49.000 millones de dólares en
pérdidas, los 1.600 muertos en incendios forestales o el aumento del hambre
debido a las sequías son algunas de las consecuencias que nos dejó el calentamiento
global en 2018. En consecuencia, no es tiempo de palabras sino de acciones
concretas, tampoco de discursos fáciles sino de planes específicos; y, en esto,
si que todos tenemos un papel individual que representar, al menos en acoger y
poder dar esperanza a tanto excluido injustamente. A mi juicio, lo más esencial
es humanizarnos, traspasar esta indiferencia que nos asola, e intentar
dignificarnos como seres pensantes. Ojalá recobremos esa fuerza necesaria para
renacer y para ser unos con otros el recurso de hospitalidad. Ya está bien de
rechazos, de incomprensiones, de escenarios de violencia, de explotación y
abusos de todo tipo, nos merecemos otras atmósferas que nos permitan
realizarnos integralmente, puesto que toda existencia está llamada a colaborar
y a cooperar, ya que hemos de recorrer juntos, como verdaderos compañeros de
viaje, el trayecto que nos han donado para crecer y ser poesía sobre todo lo
demás.
Ciertamente, el porvenir es nuestro a poco que transitemos
por los caminos de lo auténtico, y nos despojemos de tantas falsedades vertidas
por doquier. Por consiguiente, no es de recibo permanecer sordos y fríos a la
voz de lo armónico, que es lo que nuestro interior necesita, esas cosas
humildes que están ahí, esperando la caricia de nuestra mirada, y de este modo
iluminarnos y avanzar, sentir el acompañamiento y disfrutar de lo que nos
rodea. Este no es solo un horizonte de absurdos, cuya gran paradoja es que cada
año se desperdicien 1.300 millones de toneladas de alimentos, mientras casi
20.000 millones de personas padecen hambre o desnutrición, también es un pasaje
para la reflexión, pues nadie puede pensar por nosotros, por nuestros propios
anhelos, que los tendremos en la medida en que los trabajemos. Nada sucede
porque sí. Se requiere empeño y constancia, y hasta el mismo futuro pertenece a
cada cual, a quienes creen en la belleza de sus latidos. De todos modos, es
importante no permanecer atrapados en el pasado, hay que salir a trascender, a
forjar un mañana tranquilizador. Sin duda, es nuestro deber hacerlo posible.
Como decía en su tiempo el inolvidable novelista francés, Víctor Hugo
(1802-1885), “el futuro tiene muchos nombres; para los débiles es lo
inalcanzable; para los temerosos, lo desconocido; para los valientes es la
oportunidad”. No perdamos entonces la ocasión, contribuyamos a generar ese
ambiente de paz que cualesquiera nos merecemos; ese entorno de inspiración que
indivisos llevamos consigo; ese hábitat de amor, en definitiva, que nace del
corazón de cada uno.
Por desgracia, somos una generación que hemos destruido los
propios vínculos. El construir familia, sentirse linaje o el concebirse como
tronco común, ayuda a que todo sea más llevadero. Las heroicidades inútiles,
los endiosamientos de la necedad, lo que hace es que retrocedamos y nos
deshumanicemos. Desde luego, necesitamos un desarrollo más respetuoso con
nuestras potencialidades interiores, como individuos y en el contexto de la
estirpe. Los gobiernos, asimismo, han de salvaguardar el propio planeta, en el
que se observa científicamente que existen muchas interconexiones entre el
clima y la calidad del aire, que se ven agravadas por el cambio climático. Sin
duda, estas tendencias provocan una señal de alarma entre los sectores
relacionados con la salud pública, ya que se prevé que las temperaturas
extremas aumenten aún más en intensidad, frecuencia y duración. Conjuntamente,
las sociedades han de tender a humanizarse mucho más. Por otra parte, los
adultos tenemos que dejar de marcar el futuro de tantas gentes, como pueden ser
los niños con armas, o las personas mayores abandonadas. Nos conviene aliviar
los sufrimientos, los ojos tristes de tantas gentes, haciendo cesar los
conflictos y las inútiles contiendas. En este sentido, nos satisface y
consideramos que es una buena noticia, que el Consejo de Seguridad de las
Naciones Unidas, haya adoptado recientemente una Resolución que puede
considerarse como un punto de referencia en la eliminación de la financiación
de los grupos terroristas en todo el mundo, al mismo tiempo confían en redoblar
sus esfuerzos para contrarrestar la financiación de las armas de destrucción
masiva. En todo caso, quizás nos convenga mirar hacia atrás, al menos desde lo
vivido podremos florecer mejor, transformando lo que haya que rehacer. La cuestión
es no perder la ilusión, persistir en ese porvenir que ha de partir de nosotros
mismos. Tampoco nos torturemos. Cualquier día es bueno para recomenzar, para
dar sentido a ese amanecer que soñamos, que se hace presente en nuestros
deseos, junto a los mandos de la mente.
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
No hay comentarios:
Publicar un comentario