Tiempos difíciles
“La auténtica
libertad se asienta en la potestad de uno mismo sobre sí”
La legión de abusadores no cesa en este planeta en el que
proliferan tantos dominadores sin miramiento alguno. Por doquier rincón
encontramos gentes que son explotadas, comercializadas, sometidas al antojo de
un poder sin escrúpulos. Cada día son más los timadores de existencias. La
plaga se extiende como la pólvora. Las redes irresponsables y corruptas de
determinados imperios injustos, acaban por arruinarnos interiormente la propia
esperanza que llevamos consigo. Es tal el bombardeo de miserias que nos seducen
diariamente, que no podemos ser una generación pasiva, máxime en un momento de
tantas contrariedades e incertidumbres, que socavan el crecimiento y agudizan
las desigualdades. Sin duda, frente a esta multitud de sufrimientos, estamos
obligados a detener esta escalada de usurpadores de savias, con la cooperación
de todos, y la colaboración de los gobiernos que deben respetar las libertades
fundamentales. Desde luego, tenemos que perseverar en el camino de los sueños,
reivindicar energía para poder ser uno mismo, aprender a no quedarse paralizado
por los miedos, pues lo transcendente es salir de esta atmósfera anestesiada y
disponerse a volar, sin permitir que a uno le corten las alas. Uno tiene que
tener la autonomía necesaria para poder ser dueño de su propio andar. No
olvidemos que la auténtica libertad se asienta en la potestad de uno mismo
sobre sí.
También hay que reducir las tensiones, no vayamos a llegar a
una quema destructiva, reiniciemos permanentemente nuevos diálogos, pongamos
moderación en los lenguajes y un espíritu de concordia. Las rivalidades entre
humanos nunca fueran buenas consejeras. Es hora de cambiar comportamientos
bélicos por actuaciones que fomenten
otras atmósferas más pacíficas. Escucharse es una forma de entenderse. A veces
me pregunto cómo se las arreglan esas gentes de paz, esos que escapan de la
locura de encenderse mutuamente y no abrazarse, pues de continuar con el ojo
por ojo, todo el mundo acabará ciego. El buen juicio, indudablemente, no
necesita de ninguna batalla. Hemos de huir de las acciones inflamatorias, que lo
único que empujan son a las barbaries más crueles, la de matarse entre análogos
como una condición normal de la existencia. Ojalá estos nuevos tiempos nos
hagan meditar y no falten las invitaciones a la racionalidad y al gusto por lo
que realmente nos embellece el corazón, el espíritu armónico, para no volver a
ceder jamás a la tentación de la violencia y al terror de la guerra. En este
sentido, nos alegra que México y Naciones Unidas profundicen su colaboración
para el mantenimiento de la paz en el mundo. Sin duda, las misiones de paz, u
operaciones de mantenimiento, son un recurso de la comunidad internacional de
la citada Organización para apoyar a un país a recuperarse tras un conflicto
armado; y, precisamente, México tiene conocimiento sobre entrenamiento y
capacidades militares y de policía que pueden ayudar a mejorar dichas
operaciones; con un enfoque en derechos humanos y la interacción con las
comunidades y la sociedad civil.
Por otra parte, ya está bien de recluirse, de no levantar
cabeza, de no poder ser lo que uno quiera ser, porque los dominadores, a través
de sus discursos incendiarios, tracen otros caminos e impongan criterios de
sumisión. Lo que nos fraterniza no es la prepotencia sino la servidumbre, la
mano tendida hacia esa utopía comunitaria, la capacidad de meditar e imaginar
unidos, los grandes horizontes que miramos juntos, y que hemos de sobreponernos
a esta época de dificultades, reaccionando siempre con generosidad y espíritu
conciliador. Compasión, creatividad y confianza es lo que verdaderamente activa
nuestro desarrollo. El futuro es de cada ser humano. No está en los que
aglutinan poder y más poder, sino en aquellos que batallan por construir un
mundo más de todos y de nadie en particular. Que jamás nos arranque nadie la
vida. Lo manipuladores, con pedestal en plaza, utilizan todo tipo de artimañas
y recursos. Pongamos atención en ello. Ya está bien de jugar a la perversión,
de fomentar la confusión, para que no se enhebren otros cimientos más puros,
sobre todo para poder impulsar la verdadera solidaridad entre mundos diversos,
con abecedarios del corazón, que son los que justamente propician esa cultura
del encuentro, de la que tan necesitados andamos.
A mi juicio, lo importante es forjar un nuevo futuro global,
sin fragmentación, fortaleciendo la unión entre todos los moradores. Desde
luego, si en verdad queremos luchar contra esa cadena de abusadores, tenemos
que salir a desenmascararlos. No podemos guardar silencio ante situaciones
dolorosas. Por muy duras que sean las circunstancias, hemos de mostrar
conciencia crítica y libertad de acción, pues hay que proseguir el camino
existencial y no podemos dejarnos llevar por la desolación, por muy fuerte que
sea la polvareda de dudas y dolores. Siempre hay que detenerse para reflexionar,
hacer memoria, no caer en las trampas para poder erguirse tranquilo. Hemos de
salir de este espíritu corrupto dominador, envuelto en las encrucijadas de las
ideologías, que lo único que hacen es amargarnos la existencia. No hay mayor
dificultad que no tener fuerza para levantarse y ponerse en camino, hacia otros
espacios más equitativos, que son los que verdaderamente nos hermanan. Quizás
nos falte el coraje de ese alma protector, siempre ahí, en guardia permanente,
con un liderazgo de entrega incondicional para proteger cualquier ser humano y,
también nuestra casa, la naturaleza.
Víctor CORCOBA HERRERO / Escritor
No hay comentarios:
Publicar un comentario