Algo más que palabras
La difícil tarea de gobernarnos
“Hacen falta gobiernos que
aglutinen líderes éticos, pero también gobernados que se afanen en la búsqueda
de la verdad y en el amparo para todos”.
Sí gobernarse uno a sí mismo
tiene sus dificultades, regir el mundo es un cometido grande, que exige un amor
de servicio permanente y de responsabilidad continua en todas las tareas
encomendadas. Se asemeja mucho a ese espíritu olímpico solidario que hay que
cultivar, porque es servir al bien común sin desfallecer, universalizándolo
todo, desde la unión y la unidad más sublime. Por eso, tanto los gobernantes
como los gobernados, han de trabajar con ánimo cooperante y con la sencillez
debida, para mejorar el camino de sus moradores. En realidad, unos y otros, estamos implicados en
el quehacer cotidiano. Es cierto que la misión ciudadana tampoco es homogénea,
sino diversa, pero participar y estar en disposición de ayuda, para que podamos
llevar una vida tranquila y sosegada, nos incumbe a la humanidad en su
conjunto.
En efecto, igual que gobernando
el mundo hemos de aprender a rectificar a tiempo, también tendremos que
replantearnos el orbe de las relaciones; sobre todo, con el dinero. Acumular
riqueza no lo es todo. No podemos continuar con la dictadura de la economía,
deshumanizándonos por completo; es menester reaccionar, cuando menos para que
el capital no nos tutele a su antojo. Derrotemos a los mercaderes que especulan
con las finanzas; y, si acaso, volvámonos más poesía que poder. Hoy más que
nunca hacen falta trovadores en guardia, que eleven la voz de la sabiduría y
nos despierten de este irracional abecedario de pedestal falso que inunda el
planeta.
Quizás tengamos que dejar que el
tiempo nos nutra con sus lecciones, para caer en la cuenta de que nadie tiene
la barita mágica de un buen gobernar. Es el consentimiento de todos, lo que
facilita el discernimiento de la interpretación, a través de la creatividad de
la conciencia de cada cual, reafirmando el derecho de toda población a su
propia identidad, como también a la participación, fundada en la igualdad y en
la solidaridad, así como al goce de los bienes que están destinados a todas las
personas, incluida el agua, un recurso cada vez más escaso en un mundo que la
precisa para encarar sus grandes desafíos demográficos y climáticos.
Justamente, la falta de reconocimiento de su valor es la principal causa de su
mal uso y desperdicio, afirma recientemente un nuevo informe de la ONU divulgado
recientemente.
Por eso, hacen falta gobiernos
que aglutinen líderes éticos, pero también gobernados que se afanen en la
búsqueda de la verdad y en el amparo para todos. Lo importante es caminar en la
luz que imprime esa comunión de entrega entre sí, con los demás, que es lo que
nos ennoblece y genera comprensión. Sin duda, tenemos que aprender del camino
recorrido por nuestros predecesores, de nuestra propia cátedra viviente, que es
lo que nos hace crecer como especie pensante, y reconstruirnos como sociedades
más incluyentes; pues, aún, la gran mayoría de los países no han sido
gobernados nunca por una mujer. Desde luego, toda persona, independientemente
de su género, tiene derecho a tomar el timón de su país, sabiendo que la
voluntad del pueblo es la base de la autoridad del poder público.
Es público y notorio que no hay
gobiernos perfectos, solo se requiere de uno que no someta a esclavitud a sus
administrados. Será bueno, por consiguiente, escucharse todos; sin distinción
alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política, origen,
posición económica o de cualquier otra índole, para abordar, tanto las
oportunidades de un mundo globalizado, como los retos para hermanarse. Y en
este sentido, son los gobiernos, los que deben evitar mensajes que inciten al
odio, repudiando la violencia y aceptando el diálogo como medio que facilita la
solución de los conflictos. Con razón se dice que, para regir lícito, hemos de
sanar los males, nunca vengarlos, pues socialmente nos enferman. No olvidemos
que la sociedad será algo hermoso en la medida que nos apoyemos recíprocamente.
Víctor CORCOBA HERRERO / Escritor
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