lunes, 17 de agosto de 2009

Sequía de agua y soluciones

Francisco Velasco Zapata
Muy poca gente, incluido el gobierno en sus tres niveles, han reflexionado -lo suficiente y acertadamente- acerca de que el ser humano puede vivir sin fuentes de energía convencionales, con economías en crisis y hasta en sistemas políticos autoritarios, totalitarios o dictatoriales, en sociedades injustas, pero no puede subsistir sin la disponibilidad del agua. El agua es un recurso estratégico para cualquier población y su supervivencia. Eso no implica, desde luego, que el gobierno abuse de los contribuyentes cumplidos con incrementos absurdos y con alta corrupción en el manejo de los recursos de los organismos encargados de su administración, sobre todo los municipales que apenas recuperan el 35% de sus costos de operación y presionan de forma creciente las finanzas públicas mediante subsidios que tapan un hoyo y abren miles.
La tendencia en nuestro país es que, tanto por condiciones naturales como sociales, el agua se está volviendo un recurso escaso en virtud de la sobreexplotación, mal aprovechamiento y desperdicio de la misma. Evidentemente, entre más crecimiento poblacional haya, menor será la disponibilidad por habitante. Existen estudios que afirman que mientras en 2005 existía una disponibilidad de 4800 metros cúbicos por habitante al año, para el 2025 se considera sólo habrá 3500 metros cúbicos, ello en obvio del crecimiento demográfico y en virtud de la tendencia del líquido a desaparecer como agua potable. Si la demanda por crecimiento poblacional aumenta, no es de sorprender que aumente, también, en virtud de la demanda de agua en zonas con escasa disponibilidad. En este último tipo de casos muchos gobiernos municipales han hecho de las suyas cobrando lo que no otorgan y lucrando con la necesidad del agua a través de pipas que cobran de acuerdo con la lógica: “según el sapo es la pedrada”-; asimismo, existen graves problemas de contaminación de cauces, lagos y acuíferos, totalmente descuidados por el gobierno.
Ni el gobierno, ni la ciudadanía deberíamos soslayar que el aprovechamiento del agua va de la mano con el bienestar de la ciudadanía en su conjunto, que su escasez y contaminación determinan la calidad de vida de una comunidad. Por ello es tan relevante que nos quejemos de los nuevos asentamientos humanos -como los surgidos en la última década en Toluca, Metepec, Huixquilucan, Naucalpan, Tlanepantla, Coacalco, Tultitlán, Cuautitlán Izcalli Ecatepec, Tecamac, Ixtapaluca, Chalco, etc., que se han ido dando a las orillas de las nuevas autopistas de cuota o de caminos libres en ruinas sin ningún tipo de planeación o responsabilidad tanto del gobierno como de los promotores inmobiliarios, quienes han construido enormes edificios de departamentos que aumentan exponencialmente la demanda del vital líquido, pero además terminan por corromper los ciclos ecológicos que permiten la recarga de mantos acuíferos y, por lo tanto, conllevan riesgos para la población de una comunidad en general: grietas en el subsuelo que pueden producir reacomodos de la superficie (por ejemplo los de la colonia Nápoles, DF. y el municipio de Chalco, en el estado de México), con aumentos exponenciales de circulación vehicular y por lo tanto incremento de la contaminación por CO2, ruido, etc. No dar importancia a los ciclos ecológicos del agua es no tener presente que en México el 67% de la precipitación pluvial se presenta a lo largo de cuatro meses al año y que el 77% de la población habita comunidades donde se dispone de tan solo el 28% de la precipitación referida. Se sabe que esta situación puede empeorar en la medida que los flujos migratorios determinen una nueva orientación geográfica.
Todo lo anterior se agravará en la medida en que el cambio climático afecte este recurso ya que tanto huracanes como sequías periódicas -como la que azota actualmente al país- continuarán causando severos daños económicos a la infraestructura urbana y al bienestar de las personas. Adicionalmente a lo expuesto vale decir que la cobertura del servicio del agua en el país es insuficiente en la medida que más de 17 millones de personas no cuentan con el líquido en sus viviendas por lo cual tienen que recorrer largos tramos a pie para acarrear agua en cubetas. Lo peor: 44% de la dotación de agua se pierde por fisuras -fugas- en las redes de distribución -a cargo del gobierno- y por fallas o descomposturas de las tomas domiciliarias.
El estado actual de la administración gubernamental del agua es insostenible porque -según datos de la Comisión Nacional del Agua e instituciones académicas de investigación- no hay medición ni control de volúmenes usados por la mayoría de los titulares de derechos de agua; más del 50% del agua subterránea proviene de acuíferos sobreexplotados, principalmente por el riego agrícola ineficiente. Casi el 95% porciento de las aguas residuales de la industria y más del 85% de las tomas domésticas se vierten sin tratamiento a ríos, lagos y otros cuerpos de agua con lo cual se contaminan -en muchos casos irremediablemente- las cuencas provocando graves problemas de salud social que todos terminamos pagando. ¿Y usted, cómo la ve?
Politólogo.

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