Francisco Velasco Zapata
Urge un escrutinio ciudadano a la autorización de impuestos y el gasto del gobierno en sus tres niveles. Es ahí donde está la raíz de la más profunda e inacabable corrupción. ¿Cuándo se ha visto que el gobierno de un país como México padezca las crisis económicas que enfrentamos la mayoría de los ciudadanos? Nunca. En el gobierno, con cada Presupuesto de Egresos de la Federación, podemos observar -sin ser especialistas- que su gasto siempre va hacia arriba, siempre -cada año- es mayor. Por lo menos así lo deja ver la propuesta de “Decreto de Presupuesto de Egresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal de 2010” el cual plantea y si se aprueba “dispondrá” que el gasto neto total previsto en ese presupuesto sería de $3,172,359,900,000.00 y corresponde al total de los ingresos aprobados en la Ley de Ingresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal de 2010.” El gobierno propone gastar más de tres millones de millones de pesos cifra que es mucho mayor a la aprobada para 2009. Eso quiere decir que están planteando subir ingresos fiscales -impuestos- y que a todos y cada uno de los mexicanos nos toca aportar nos guste o no. Como en la pirinola: “todos ponen”; sin embargo, el asunto de fondo es que en el gasto propuesto por el ejecutivo federal no se alteran, ni modifican sustancialmente, los usos del mismo respecto al gasto del presente año y para lograr esa meta el gobierno propone que todos paguemos más para que ellos -los gobernantes en turno- puedan mantener su rol de vida, su ritmo de gastos.
Lo que realmente está haciendo falta es que se realice un verdadera, profunda, eficaz y eficiente revisión presupuestal que verifique oficina por oficina qué piden y en que gastan su presupuesto; que verifique la asistencia real de los presuntos trabajadores y que verifique que realmente lo hacen, que no hay duplicidad de funciones entre las distintas dependencias de gobierno, en su tres niveles: hay que acabar con la tristemente célebre “fuerza aérea”, la de los aviadores. La revisión debería estar orientada a que se cancele todo aquello que aumenta exponencialmente el “gasto corriente” y no genera empleo; que lo substituya por gasto de inversión y que ello abone a trascender al desempleo; que revise a fondo los presupuestos demandados por todos y cada uno de los tres niveles de gobierno; para que de una vez y para siempre se eliminen los gastos ofensivos, los gastos superfluos, los gastos frívolos que en poco o nada ayudan a que la economía del país se enderece y por lo tanto la de quienes en él habitamos. Es necesario que en la revisión a fondo de oficina por oficina se haga un balance de gasto contra resultados, beneficios que genera el trabajador de una oficina, sus colaboradores, al uso que dan al material y equipo del cual disponen para sus tareas. Por qué estará usted de acuerdo apreciado lector que no es fácil saber en qué le sirve a México o de que forma colabora para mejorar la vida de los gobernados -ciudadanos- un coordinador de asesores del secretario del trabajo, o del de economía o cualquier asesor que cobra, pero no asesora. Y es que los ciudadanos no tenemos confianza en que la reducción de los salarios de los servidores públicos de alto nivel (mandos superiores) esté siendo tramposamente substituida con “fideicomisos” especiales mediante los cuales se seguirán otorgando bonos de “actuación” “premios de productividad” cuando no producen nada y, en todo caso, nada justifica que ganen más de lo que ya ganan que es insultante para la mayoría del pueblo mexicano.
Además, no aceptamos que el gobierno sea insensible a la pobreza de más del setenta por ciento del pueblo mexicano; no aceptamos que en medio de lo dura que ha sido la “crisis económica del nunca acabar” sean tan insensibles, indolentes e incapaces de ser solidarios con quienes no cuentan ni para frijoles porque el pollo y la carne son un sueño y la cerne de puerco fue afectada por la irresponsable propaganda gubernamental acerca del virus de la influenza AH1N1.
En todo caso, reiteramos la propuesta de miles de compañeros de Parlamento Ciudadano para que se cree la Ley del Empleo Comunitario y con ello surja una institución encargada de administrar recursos de toda índole para dotar de empleo y recursos a todos los mexicanos más necesitados y que carezcan de empleo. Una institución que otorgue apoyo, incluso, a profesionistas dándoles mejores oportunidades que un salario mínimo; una institución manejada, si se quisiera, bajo la tutela del actual Secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón y sus homólogos de las entidades federativas y del Distrito Federal. O tal vez un órgano autónomo, con personalidad jurídica, patrimonio y recursos propios que maneje administre los recursos para el empleo comunitario y los fondos de ahorro para el retiro que tanto provecho le han generado a los banqueros y hasta el sindicato de Elba Esther Gordillo. La institución sería posible si formamos una partida presupuestal con todos los recursos disponibles, así como con los ahorros y reducciones a gastos que se deberían pagar del bolsillo personal del usuario, como todos o la mayoría lo hacemos: telefonía celular de servidores públicos y de los partidos políticos; deberían prohibirse las oficinas de lujo -no a los arrendamientos suntuarios-; no al pago de comidas de más de un salario mínimo mensual -para ningún nivel de servidor público-; no a al pago de consultorías que disfrazan el pago de favores a compadres y amigos; no al uso de transportación en autos y camionetas de lujo innecesarias, helicópteros, aviones o cualquier tipo de vehículo que implique un gasto excesivo o suntuario; no a las partidas presupuestales para comunicación y difusión de la imagen personal; no a las dependencias públicas del gobierno incapaces e inútiles. Con ello se estaría dando un paso gigante para trascender a los más negativos efectos previsibles de la crisis económica mundial que asoma será de más de diez años ininterrumpidos. En síntesis, antes de aumentar imposiciones fiscales se debe replantear el gasto. ¿Y usted, cómo la ve? Politólogo.
Urge un escrutinio ciudadano a la autorización de impuestos y el gasto del gobierno en sus tres niveles. Es ahí donde está la raíz de la más profunda e inacabable corrupción. ¿Cuándo se ha visto que el gobierno de un país como México padezca las crisis económicas que enfrentamos la mayoría de los ciudadanos? Nunca. En el gobierno, con cada Presupuesto de Egresos de la Federación, podemos observar -sin ser especialistas- que su gasto siempre va hacia arriba, siempre -cada año- es mayor. Por lo menos así lo deja ver la propuesta de “Decreto de Presupuesto de Egresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal de 2010” el cual plantea y si se aprueba “dispondrá” que el gasto neto total previsto en ese presupuesto sería de $3,172,359,900,000.00 y corresponde al total de los ingresos aprobados en la Ley de Ingresos de la Federación para el Ejercicio Fiscal de 2010.” El gobierno propone gastar más de tres millones de millones de pesos cifra que es mucho mayor a la aprobada para 2009. Eso quiere decir que están planteando subir ingresos fiscales -impuestos- y que a todos y cada uno de los mexicanos nos toca aportar nos guste o no. Como en la pirinola: “todos ponen”; sin embargo, el asunto de fondo es que en el gasto propuesto por el ejecutivo federal no se alteran, ni modifican sustancialmente, los usos del mismo respecto al gasto del presente año y para lograr esa meta el gobierno propone que todos paguemos más para que ellos -los gobernantes en turno- puedan mantener su rol de vida, su ritmo de gastos.
Lo que realmente está haciendo falta es que se realice un verdadera, profunda, eficaz y eficiente revisión presupuestal que verifique oficina por oficina qué piden y en que gastan su presupuesto; que verifique la asistencia real de los presuntos trabajadores y que verifique que realmente lo hacen, que no hay duplicidad de funciones entre las distintas dependencias de gobierno, en su tres niveles: hay que acabar con la tristemente célebre “fuerza aérea”, la de los aviadores. La revisión debería estar orientada a que se cancele todo aquello que aumenta exponencialmente el “gasto corriente” y no genera empleo; que lo substituya por gasto de inversión y que ello abone a trascender al desempleo; que revise a fondo los presupuestos demandados por todos y cada uno de los tres niveles de gobierno; para que de una vez y para siempre se eliminen los gastos ofensivos, los gastos superfluos, los gastos frívolos que en poco o nada ayudan a que la economía del país se enderece y por lo tanto la de quienes en él habitamos. Es necesario que en la revisión a fondo de oficina por oficina se haga un balance de gasto contra resultados, beneficios que genera el trabajador de una oficina, sus colaboradores, al uso que dan al material y equipo del cual disponen para sus tareas. Por qué estará usted de acuerdo apreciado lector que no es fácil saber en qué le sirve a México o de que forma colabora para mejorar la vida de los gobernados -ciudadanos- un coordinador de asesores del secretario del trabajo, o del de economía o cualquier asesor que cobra, pero no asesora. Y es que los ciudadanos no tenemos confianza en que la reducción de los salarios de los servidores públicos de alto nivel (mandos superiores) esté siendo tramposamente substituida con “fideicomisos” especiales mediante los cuales se seguirán otorgando bonos de “actuación” “premios de productividad” cuando no producen nada y, en todo caso, nada justifica que ganen más de lo que ya ganan que es insultante para la mayoría del pueblo mexicano.
Además, no aceptamos que el gobierno sea insensible a la pobreza de más del setenta por ciento del pueblo mexicano; no aceptamos que en medio de lo dura que ha sido la “crisis económica del nunca acabar” sean tan insensibles, indolentes e incapaces de ser solidarios con quienes no cuentan ni para frijoles porque el pollo y la carne son un sueño y la cerne de puerco fue afectada por la irresponsable propaganda gubernamental acerca del virus de la influenza AH1N1.
En todo caso, reiteramos la propuesta de miles de compañeros de Parlamento Ciudadano para que se cree la Ley del Empleo Comunitario y con ello surja una institución encargada de administrar recursos de toda índole para dotar de empleo y recursos a todos los mexicanos más necesitados y que carezcan de empleo. Una institución que otorgue apoyo, incluso, a profesionistas dándoles mejores oportunidades que un salario mínimo; una institución manejada, si se quisiera, bajo la tutela del actual Secretario del Trabajo, Javier Lozano Alarcón y sus homólogos de las entidades federativas y del Distrito Federal. O tal vez un órgano autónomo, con personalidad jurídica, patrimonio y recursos propios que maneje administre los recursos para el empleo comunitario y los fondos de ahorro para el retiro que tanto provecho le han generado a los banqueros y hasta el sindicato de Elba Esther Gordillo. La institución sería posible si formamos una partida presupuestal con todos los recursos disponibles, así como con los ahorros y reducciones a gastos que se deberían pagar del bolsillo personal del usuario, como todos o la mayoría lo hacemos: telefonía celular de servidores públicos y de los partidos políticos; deberían prohibirse las oficinas de lujo -no a los arrendamientos suntuarios-; no al pago de comidas de más de un salario mínimo mensual -para ningún nivel de servidor público-; no a al pago de consultorías que disfrazan el pago de favores a compadres y amigos; no al uso de transportación en autos y camionetas de lujo innecesarias, helicópteros, aviones o cualquier tipo de vehículo que implique un gasto excesivo o suntuario; no a las partidas presupuestales para comunicación y difusión de la imagen personal; no a las dependencias públicas del gobierno incapaces e inútiles. Con ello se estaría dando un paso gigante para trascender a los más negativos efectos previsibles de la crisis económica mundial que asoma será de más de diez años ininterrumpidos. En síntesis, antes de aumentar imposiciones fiscales se debe replantear el gasto. ¿Y usted, cómo la ve? Politólogo.
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