Hacer mundo es importante
Hoy más que nunca necesitamos activar los pactos entre
culturas, acrecentar la cooperación entre unos y otros, mediante alianzas que
nos insten a repensar conjuntamente. No podemos retroceder, hay que dar pasos
hacia delante, pero sin obviar nuestras raíces, la cátedra de nuestros
antecesores. Lo saludable es reintegrarnos activamente, con una mentalidad
colaboradora, dispuestos siempre a tener en cuenta la naturaleza de cada ser
humano y la mutua conexión que nos une. Por ello, hacer mundo es importante. Yo
diría que vital. Siempre desde el respeto y la consideración hacia ese orbe
natural del que todos, sin exclusión alguna, formamos parte.
Señalemos en este sentido, del buen obrar, el liderazgo de
Europa en la transición de la energía limpia y su compromiso en esta búsqueda
para salvar nuestro planeta y para brindar a nuestros ciudadanos un entorno más
saludable, empleos más ecológicos y una mejor calidad de vida. En consecuencia,
ese pacto global de Alcaldes por el Clima y la Energía que definitivamente abre
la sede en Bruselas, será sin duda una verdadera historia de éxito en cuanto a
referencias y referentes. Como también florece como una verdadera semblanza de
desarrollo armónico de la especie humana el que utilicemos el acatamiento a los
derechos humanos. Indudablemente, será la mejor estrategia para prevenir los
conflictos. Nos hace falta, desde luego que sí, someternos y tomar conciencia
de ello.
En algunos países la violencia es insostenible. Por tanto,
hemos de propiciar otros lenguajes más aglutinadores, pues ya está bien de
tanta doctrina injusta de superioridad, siempre condenable, y que impide la
autorrealización del individuo. Necesitamos ser escuchados por ese todo
universal y eliminar cualquier forma excluyente de racismo e intolerancia que
todavía persiste alrededor de cada uno, o en uno mismo. Ha llegado el momento
de decir ¡basta ya! No nos podemos seguir engañando. Es hora de la acción.
Reeduquémonos. La educación es el abecedario más fructífero para juntar
corazones. Sepamos que para ese mundo habitable y feliz, todo depende de
nosotros. Porque todo está en nosotros. Y en nosotros, también está la vida que
queremos darnos, con su cielo o infierno a conquistar.
Víctor Corcoba Herrero/ Escritor
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