lunes, 18 de enero de 2010

Ingeniería electoral

“Pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos.”

Maquiavelo

Francisco Velasco Zapata

Ya hemos escrito que la propuesta de reforma política del Presidente Calderón es ante todo una propuesta que en el fondo conlleva las intenciones de crear un bipartidismo por decreto. En la ciencia política es bien sabido que desde la formulación de una ley o serie de ordenamientos legales se puede “influir” en los resultados electorales. Sin hacer trampa o faltar al “espíritu democrático” es posible obtener resultados previsibles, predictibles o anticipados por el solo hecho de acordar y aprobar “normas”, reglas y procedimientos que “a priori” (independientemente de la experiencia) pueden determinar ganadores y vencedores.



La propuesta presidencial es ante todo una ruta crítica de ingeniería electoral encaminada al establecimiento de un sistema electoral con carácter preponderantemente bipartidista porque propone, entre otras medidas que forman parte de un todo, la reducción del número de diputados de representación proporcional (100 menos de los 200 actuales) y con ello transforma la relación de 60% diputados de mayoría relativa frente a 40% de diputados de representación proporcional, por una nueva proporción de 75 (mayoría relativa) frente a 25% (representación proporcional). Me explico: de acuerdo con el Doctor Maurice Duverger “los sistemas electorales de mayoría simple, de pluralidad, conducen a sistemas bipartidarios” (“primera ley Duverger”); asimismo que “la representación proporcional lleva al multipartidismo” (“segunda ley Duverger”). En la medida que el número de diputados electos por el principio de mayoría relativa es superior en porcentaje (en este caso 75%) respecto a los diputados electos por el principio de representación proporcional (25%) los resultados son previsibles, anticipados y, por lo tanto antidemocráticos. Desde esta etapa podemos anticipar que si la reforma político electoral propuesta fuera aprobada como pretende el Presidente Calderón la nueva composición de la Cámara de Diputados tendería al bipartidismo estilo los Estados Unidos de Norteamérica donde como sabemos predominan el partido demócrata y el republicano, no obstante la existencia de más partidos que no logran crecer ni trascender en los resultados electorales en virtud del diseño legal de su sistema electoral.



Para ahondar en lo dicho agreguemos las afirmación de Giovanni Sartori, quien en las llamadas leyes tendenciales afirma que: 1. Los sistemas plurales, de mayoría simple, constituyen condiciones que facilitan la existencia de un formato bipartidario (caso estadounidense e inglés) y, por el contrario, son una condición obstructiva para la existencia de sistemas multipartidarios; 2. Los sistemas de representación proporcional facilitan el multipartidismo (caso italiano y en un tiempo el francés) y por el contrario, difícilmente conducen al bipartidismo. Como se puede apreciar de la última expresión, Sartori reitera las formulaciones de Duverger con un lenguaje más “sofisticado” y apoyado en mayores experiencias actuales si consideramos que la opinión de Duverger se remonta a una presentación “científica” de los años cincuenta (siglo XX).



Visto lo anterior, podemos afirmar que la reciente iniciativa presidencial es sin duda una propuesta con intenciones políticas amplias y ambiguas que pueden confundir a la ciudadanía “no iniciada”, menos enterada, sobre cuestiones de ingeniería electoral (sobre sistemas electorales) porque incluye, entre otras, la elección y reelección consecutiva hasta por 12 años de jefes delegacionales del Distrito Federal, alcaldes y legisladores federales; reducción de los integrantes del Congreso recortando las bancadas de diputados de 500 a 400 y la de senadores de 128 a 96; aumentar el porcentaje de votos mínimos obtenidos por un partido político para mantener su registro ante el IFE y recibir financiamiento del Estado al incrementarse del 2 al 4 %; y una segunda vuelta electoral para la elección presidencial en caso de que ningún partido y su candidato obtenga la mayoría absoluta de los votos y donde la segunda vuelta sería sólo entre los dos candidatos con mayor porcentaje de aceptación ciudadana. Este último mecanismo “legal” es el que con mayor énfasis polarizaría las elecciones presidenciales a dos fuerzas porque obliga a que los partidos con porcentajes menores se adhieran a una fuerza que permita al adversario que quede en segundo lugar en la primera vuelta a pactar, acordar, alianzas con las fuerzas políticas menores con el propósito de llevar la elección a una contienda entre dos partidos políticos y sus candidatos, a un bipartidismo. En un escenario así el partido del gobierno estaría preparando el escenario para mantenerse en el poder otros seis años o todo el tiempo que le fuera posible. ¿Y usted, cómo la ve? Politólogo.

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