Artículo Editorial
CONTROL SIN CONFIANZA
Opinión del especialista en asuntos de transparencia y
libertad de expresión e investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas
de la UNAM, Ernesto Villanueva
México. D. F., a 30 de julio de 2012.- En México toda experiencia extranjera utilizada como
herramienta de mejora, en este caso de los agentes del orden, la tropicalizamos
y hacemos de un buen ejemplo, una práctica con muchas oportunidades de mejora.
Hoy se trata del denominado control de confianza que se quiere hacer ver cómo
una especie de “certificación” o “reconocimiento” de que los cuerpos de
seguridad mexicanos están mejor que antes. Eso no necesariamente sucede así.
Veamos.
Primero. Los exámenes de control de confianza son un
conjunto de pruebas médicas, psicológicas y de aptitud. En los países
democráticos esos exámenes son realizados con parámetros en común para buscar
más o menos los mismos resultados, por expertos sujetos a su vez a exámenes periódicos
y no constituyen una herramienta única, sino parte de un todo que genera la
“certificación”.
Para obtener el reconocimiento de referencia se requiere,
además, de criterios puntuales para resolver conflictos de interés,
incompatibilidades, regulaciones para traslado de pruebas, garantías de
seguridad jurídica para los agentes del orden y 440 rubros más aproximadamente,
que incluyen lo que se llama la auditoría legal para mejorar el sistema
normativo de las secretarías de seguridad pública y de las procuradurías de
justicia, lo que en México, por cierto no existe, sino de manera excepcional y
con problemas de concepción como fue el caso de Chihuahua o el mejor trabajo
hecho por la Secretaría de Seguridad Pública de Mexicali, Baja California.
En los demás casos incorrectamente se utiliza el mal
aplicado examen de control de confianza como sinónimo de “certificación”
aprovechando el desconocimiento poblacional y la necesidad de seguridad
psicológica de los más amplios sectores de la comunidad.
Segundo. Sostengo que los exámenes de control de confianza
son inadecuados en México por las siguientes razones: a) El personal que los
practica casi en todos los casos carecen del doctorado en su respectiva área de
conocimiento; b) El Personal que se encarga carece de obra académica arbitrada
y publicada por editoriales de reconocido prestigio; c) El personal encargado
es nombrado y removido libremente por la propia autoridad a la que rinde
cuentas la Secretaría de Seguridad Pública o Procuraduría General de Justicia
en última instancia; en otras palabras son juez y parte; d) No hay criterios
objetivables y transparentes de qué es lo que se busca con los exámenes y qué
herramientas se utilizan para el efecto; e) El personal que aplica los exámenes
no son objeto a su vez de exámenes de control de confianza por entidades
expertas e independientes.
Esto en su conjunto lo que genera es un círculo vicioso que
aporta nuevos instrumentos para la corrupción y la simulación. De esta suerte,
un agente del orden que no le entre con su mochada puede reprobar los exámenes
y, por el contrario, agentes del orden con las más altas calificaciones de
corrupción pasa con honores los exámenes de referencia.
Tercero. Hay un principio básico que sostiene que a mayor
importancia social mayor costo económico por actos de corrupción. Por ejemplo
si deseo obtener una cédula profesional de médico hecha por las propias
instituciones médicas y la SEP, donde aparece en la base de datos de la
Dirección General de Profesiones, tendrá un costo mayor que una cédula
profesional de médico hecha con los mismos materiales físicos, pero sin que
obre en los registros de la SEP.
El examen de control de confianza ha incrementado sus costos
en el mercado de la corrupción incentivado de mala o buena fe por las
autoridades. Se han convertido en un “fetiche”. Según el Diccionario de la Real
Academia Española de la Lengua “fetiche” significa “ídolo u objeto de culto al
que se atribuye poderes sobrenaturales, especialmente entre los pueblos
primitivos.
Por lo anterior, las “certificaciones” incluidos los
exámenes de control de confianza deberían hacerse por una institución
independiente que cuente con todos los recursos humanos y materiales como la
UNAM, que podría crear un equipo interdisciplinar rotativo junto a las
principales instituciones universitarias del país, todos con doctorado,
miembros del Sistema Nacional de Investigadores de Conacyt y obra publicada en
sus áreas de especialidad. Incluso así no se garantizaría la muerte de la
corrupción, pero estoy seguro que sería mucho menor que ahora.