"Los ideales políticos nunca intentan mejorar la condición humana, sino la sociedad humana: no lo que los hombres son, sino las instituciones de la comunidad en que viven".
Fernando Savater
Francisco Velasco Zapata
¿Qué debemos hacer los parlamentarios ciudadanos, los integrantes del Parlamento Ciudadano de México para que el país trascienda a los graves problemas que aquejan a nuestra sociedad en nuestros días y desde hace mucho tiempo atrás? ¿Qué hacer frente a la sordera, ceguera y mudez del gobierno? ¿Cómo aceptar que el incremento en los impuestos es por nuestro bien? ¿Cómo entender que no había de otra: o aprobaban el incremento de impuestos -los legisladores federales- o México se iba a pique? ¿Qué harán en las entidades federativas las legislaturas locales y la Asamblea legislativa del Distrito Federal respecto al incremento de impuestos? ¿Y qué haremos los ciudadanos si siguen los incrementos impositivos y luego la inflación?
A pesar de los grandes retos, en parlamento ciudadano de México sabemos que tenemos tareas por cumplir, en la misma realidad y con la realidad que nos toca vivir. Tenemos sueños, pero somos hombres, mujeres y jóvenes de acción, revolucionarios, progresistas y con visión de Estado. Por decisión mayoritaria ampliaremos nuestra organización en las treinta y dos entidades del país para que todos los ciudadanos interesados en participar en la solución de los problemas del país tengan cabida y sean respetados.
Vivimos momentos de confusión; momentos en que millones de compatriotas -los más desfavorecidos- empiezan a padecer el hambre. Y no sólo el hambre de justicia, o el hambre por querer superarse, o curarse de alguna enfermedad. Vivimos momentos de cifras maquilladas e ininteligibles, de retórica mediática y cooptación. Lamentablemente los ciegos, sordos, mudos y malos gobernantes persisten en ocultar nuestra indignante realidad de pobreza crónica, sin valorar lo que tenemos, lo que realmente somos y nuestro potencial para superar esa triste condición.
México tiene que demandar: ¡Ya basta¡ y hacer lo necesario para trascender a una política económica empobrecedora que se basa en dos variables: estabilidad y crecimiento, haciendo caso omiso de medidas redistributivas, de generación auténtica de empleo productivo, lo que ha agravado la crisis en la mayoría de los mexicanos. A pesar de las crisis de nunca acabar, que todo posponen para mejor momento, hemos dejado de pensar en ella, para dedicarnos a pensar y hacer, para luchar en el y por México.
Pobre condición de México, con gobierno de finanzas quebradas, que sobrevive de préstamos crecientes o aumento de impuestos, siempre mal manejados. Todos los malos gobernantes -desde Baja California Norte hasta Quinta Roo han hipotecado las haciendas estatales, incluso más allá de las próximas tres décadas. Muchos ayuntamientos también están quebrados y apenas tienen lo indispensable para el gasto de operación, casi nada para el de inversión. La dependencia de las participaciones federales es definitiva y ha hecho a los gobiernos estatales y municipales subordinados del centro. No hay transparencia, ni información pública suficiente, ni rendición efectiva de cuentas. La planeación y programación es retórica: “política zopilote, porque se la pasan planeando”. El tortuguismo, la corrupción y la impunidad se enseñorean. El autoritarismo está fracturado, pero vigente.
Por ello la pregunta ¿Qué hacer? Y nuestra respuesta es: vamos a promover que se corrija el rumbo. Cuando en nuestro país, nuestros estados y nuestros municipios pasan generaciones, también pasan los años, pasa nuestra vida. Lo malo es que seguimos observando como un ciudadano honrado y trabajador no puede al cabo del día satisfacer sus mínimas necesidades materiales y menos las de su familia, ni disfrutar el derecho a caminar con seguridad, a pasear por nuestro hermoso territorio, mientras abusivos poderosos esquilman, asaltan el poder y siguen tan campantes. Las cosas van mal, pero no para todos, solo para la mayoría: para más de ochenta millones de mexicanos. No estamos en ánimo de revuelta popular, pero sí de insurgencia pacífica. Estos problemas no pueden esperar indefinidamente. Llegó la hora de que los ciudadanos libres intervengamos con madurez, con serenidad, y buen juicio. Lo peor que nos podría pasar es pensar que no tenemos nada que aportar, o que es imposible mejorar la convivencia social y el bienestar colectivo. Es la hora de luchar para que el futuro no se parezca al pasado, ni al presente, para que avancemos y nos desarrollemos. ¿Y usted, cómo la ve? Politólogo.
Fernando Savater
Francisco Velasco Zapata
¿Qué debemos hacer los parlamentarios ciudadanos, los integrantes del Parlamento Ciudadano de México para que el país trascienda a los graves problemas que aquejan a nuestra sociedad en nuestros días y desde hace mucho tiempo atrás? ¿Qué hacer frente a la sordera, ceguera y mudez del gobierno? ¿Cómo aceptar que el incremento en los impuestos es por nuestro bien? ¿Cómo entender que no había de otra: o aprobaban el incremento de impuestos -los legisladores federales- o México se iba a pique? ¿Qué harán en las entidades federativas las legislaturas locales y la Asamblea legislativa del Distrito Federal respecto al incremento de impuestos? ¿Y qué haremos los ciudadanos si siguen los incrementos impositivos y luego la inflación?
A pesar de los grandes retos, en parlamento ciudadano de México sabemos que tenemos tareas por cumplir, en la misma realidad y con la realidad que nos toca vivir. Tenemos sueños, pero somos hombres, mujeres y jóvenes de acción, revolucionarios, progresistas y con visión de Estado. Por decisión mayoritaria ampliaremos nuestra organización en las treinta y dos entidades del país para que todos los ciudadanos interesados en participar en la solución de los problemas del país tengan cabida y sean respetados.
Vivimos momentos de confusión; momentos en que millones de compatriotas -los más desfavorecidos- empiezan a padecer el hambre. Y no sólo el hambre de justicia, o el hambre por querer superarse, o curarse de alguna enfermedad. Vivimos momentos de cifras maquilladas e ininteligibles, de retórica mediática y cooptación. Lamentablemente los ciegos, sordos, mudos y malos gobernantes persisten en ocultar nuestra indignante realidad de pobreza crónica, sin valorar lo que tenemos, lo que realmente somos y nuestro potencial para superar esa triste condición.
México tiene que demandar: ¡Ya basta¡ y hacer lo necesario para trascender a una política económica empobrecedora que se basa en dos variables: estabilidad y crecimiento, haciendo caso omiso de medidas redistributivas, de generación auténtica de empleo productivo, lo que ha agravado la crisis en la mayoría de los mexicanos. A pesar de las crisis de nunca acabar, que todo posponen para mejor momento, hemos dejado de pensar en ella, para dedicarnos a pensar y hacer, para luchar en el y por México.
Pobre condición de México, con gobierno de finanzas quebradas, que sobrevive de préstamos crecientes o aumento de impuestos, siempre mal manejados. Todos los malos gobernantes -desde Baja California Norte hasta Quinta Roo han hipotecado las haciendas estatales, incluso más allá de las próximas tres décadas. Muchos ayuntamientos también están quebrados y apenas tienen lo indispensable para el gasto de operación, casi nada para el de inversión. La dependencia de las participaciones federales es definitiva y ha hecho a los gobiernos estatales y municipales subordinados del centro. No hay transparencia, ni información pública suficiente, ni rendición efectiva de cuentas. La planeación y programación es retórica: “política zopilote, porque se la pasan planeando”. El tortuguismo, la corrupción y la impunidad se enseñorean. El autoritarismo está fracturado, pero vigente.
Por ello la pregunta ¿Qué hacer? Y nuestra respuesta es: vamos a promover que se corrija el rumbo. Cuando en nuestro país, nuestros estados y nuestros municipios pasan generaciones, también pasan los años, pasa nuestra vida. Lo malo es que seguimos observando como un ciudadano honrado y trabajador no puede al cabo del día satisfacer sus mínimas necesidades materiales y menos las de su familia, ni disfrutar el derecho a caminar con seguridad, a pasear por nuestro hermoso territorio, mientras abusivos poderosos esquilman, asaltan el poder y siguen tan campantes. Las cosas van mal, pero no para todos, solo para la mayoría: para más de ochenta millones de mexicanos. No estamos en ánimo de revuelta popular, pero sí de insurgencia pacífica. Estos problemas no pueden esperar indefinidamente. Llegó la hora de que los ciudadanos libres intervengamos con madurez, con serenidad, y buen juicio. Lo peor que nos podría pasar es pensar que no tenemos nada que aportar, o que es imposible mejorar la convivencia social y el bienestar colectivo. Es la hora de luchar para que el futuro no se parezca al pasado, ni al presente, para que avancemos y nos desarrollemos. ¿Y usted, cómo la ve? Politólogo.
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