viernes, 5 de junio de 2009

¡La Seguridad Pública!

“…Como decía el viejo rezo, saber las posibilidades propias, reconocer las ajenas y aceptar unas y otras. Al igual que el médico, si el político no sabe dónde y cómo se encuentra el poder, sólo podrá hacer política por azar o de milagro”. Elías Romero Apis.

Partiendo del reporte semanal de la empresa Consulta Mitofsky, consta que de cada 10 encuestados, a pregunta expresa sobre cuál es el principal problema que preocupa a los mexicanos, el 65% opina que el problema más importante es el de tipo económico, mientras que el 30% considera que es la inseguridad, el restante 5% piensa que los problemas son de otra índole. Lo cierto es que en estos momentos y ante el contexto de las “campañas políticas electorales”, es oportuno subrayar las formas posibles en que el votante espera, con cierta esperanza y en ocasión con gran desilusión, si efectivamente los candidatos – a cualquier cargo de representación popular - estén a la altura de las exigencias de la sociedad en general a propósito de la situación que caracteriza la ”seguridad pública”; de lo inteligente que pueda ser el argumento y la forma sensible en comunicar al elector sus propuestas, es factible que accedan a la codiciada recompensa de la confianza ciudadana a través del voto el próximo 5 de julio del 2009. Pero veamos en lo general el tamaño del problema y algunos escenarios en que se mueve actualmente el complejo de la temática:
1.- No obstante ser la inseguridad desde el principio del turno gubernamental, a fines del año 2006, el tema favorito del GOBIERNO FEDERAL la estrategia al respecto ya obligo a una coparticipación “forzosa” por parte de la sociedad en general. Así se justifica incluso la campaña mediática que ocupa prácticamente la agenda de los medios y el texto de sus noticias todos los días y a cualquier hora. En consecuencia para una parte importante de la opinión pública el tema es fundamental y el reclamo social sobre su atención inmediata es urgente.
2.- El gobierno como parte clave del estado, asume así el reto y promueve una lucha frontal contra la delincuencia organizada y sus formas diversas en que se desenvuelve en la vida social principalmente: Narcotráfico, secuestro, corrupción – al interior de los cuerpos policiales, de procuración de justicia e incluso de gobierno, entre otros frentes – de tal forma que se justifica la convocatoria para que la sociedad participe al respecto, en principio con su queja (gratificada en la recompensa o simple y llana con la denuncia anónima). Sin embargo el manejo político de la estrategia es el tema central de la campaña política del partido en el gobierno federal, según consta en los spots del PAN.
3.- La LEGISLACIÓN sobre la materia comienza a perfeccionarse, donde es claro que aún las diferencias de partido político se “superan” y al final del día Legislativo aprueban un buen número de iniciativas que se encaminan en tal sentido: Ley de Seguridad Pública; Código Penal Federal; Código de Justicia Militar; Ley Federal de Armas de fuego y Explosivos; Ley contra el narcomenudeo; Ley de Extinción de Dominio; Ley Orgánica de la Procuraduría General de la República; que entre otros ordenamientos de nuestro marco legal se encaminan en sobreponer la añeja tesis de la primacía del ESTADO DE DERECHO. Lo que sin duda obliga a saber si el candidato al Mandato Soberano del pueblo sabe y conoce, por lo menos en lo general, el alcance del “Imperio de la Ley”.
4.- Ahora el reto político del gobierno federal consiste en que la sociedad civil se involucre en el discurso oficial, que plantea que lo más importante es resolver la situación de inseguridad, aunque para ello tenga incluso que recurrir a espectáculos públicos al estilo Morelos o Michoacán.
Empero por otro lado, en el contexto de la campaña electoral, vale precisar algunas cuestiones - que a nivel municipal en el orden del gobierno primario de nuestro régimen federalista - los electores con expectación atentos al discurso de los aspirantes a la representación popular, les preocupa que el asunto de seguridad pública le den la atención debida; ante ello la experiencia nos dicta que los ciudadanos “saben” qué es lo mejor para combatir a la “delincuencia organizada”; en consecuencia repasemos algunas de esas percepciones ciudadanas, su factibilidad social y complicación en la práctica inmediata.
A.- Promover como instrumento la constitución de LA ESCUELA DE POLICÍA, que por supuesto no es igual a una “academia” o “centro de adiestramiento”; conceptualmente la confusión implica distinguir los objetivos de dicha institución, es decir una instancia que como “filtro de confianza” mide los aspectos que determinan la calidad profesional del servidor público, solo así es factible su acceso a la tecnología de punta, equipamiento, promoción y jerarquía e incluso permanencia certificada y en constante evaluación; pero ante todo la certeza de que los elementos policiacos justifican las expectativas de la sociedad en general y el fortalecimiento de la Institución policial, en el entendido que es responsabilidad por Ley del Ejecutivo en turno (artículo 21 Constitucional).
B.- El aspecto que sin duda implica LA ACEPTACIÓN SOCIAL en materia de seguridad, es el que refiere a la aplicación de los ordenamientos jurídicos correspondientes, que ante la precisión de la norma - como instrumento fundamental en la lucha contra las distintas formas en que se manifiesta la delincuencia organizada -, pasa por una DIFERENTE CULTURA DE PARTICIPACIÓN POLÍTICA CIUDADANÍA (donde los beneficiados – Ciudadanos y policías - saben que ya no es aceptable compartir los “beneficios” de la cultura de la corrupción al momento de “aplicar la Ley” ).
Así motivar a la ciudadanía implica para los aspirantes a la representación popular, en este caso a nivel municipal, que los eventuales votantes “confíen” en los planteamientos y se “inicie” realmente una vitalizada Seguridad Pública; por supuesto con la garantía incluso de que en el beneficio copartícipe los dos órdenes de gobierno complementarios, a nivel local y federal. Escenario ideal para los votantes y sociedad en general.
Quizás es mucho pedir a los candidatos, pero también es cierto que la sociedad, por lo menos la que se considera con alta dignidad y vergüenza, ya no está dispuesta a tolerar el estado de cosas, en donde valores supremos como la vida e integridad física de las personas, las libertades en cualquiera de sus formas diversas y el goce del patrimonio; se vean permanentemente amenazados por el “fantasma” de la ILEGALIDAD, IMPUNIDAD Y CORRUPCIÓN, contexto donde la acción principal la ocupa los cuerpos policíacos, así como las autoridades procuradoras y de administración de Justicia.
ALEJANDRO TAPIA GONZÁLEZ.

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