viernes, 5 de junio de 2009

¿Para qué sirven las elecciones?

Francisco Velasco Zapata
En la colaboración anterior esbozamos cuáles son las funciones estratégicas de la Cámara de Diputados. Ahora pasaremos a informar, a tratar de explicar coloquialmente, cómo funciona en los hechos, en la realidad, este estratégico cuerpo colegiado. Gobernar un órgano legislativo que se integra por 500 diputados, en nuestros días, requiere mucho más que el conocimiento profundo y dominio de diversas leyes o reglamentos. Se requiere, además, de un gran sentido del humor, de cinismo y cara dura para enfrentar la jungla de especímenes que ahí aparecen cada tres años. Y es que el tema de la corrupción, ahí, se multiplica por 500. La corrupción en este órgano de representación es de tal magnitud, que el manejo de recursos económicos y políticos son motivo más que suficiente para que diputados electos por medio de un partido transiten a otro con tal de que con un pequeño número de cinco integren una fracción parlamentaria que les permita hacer política como “fracción parlamentaria” con todo el goce y disfrute de prerrogativas que ello implica.

Efectivamente, a partir de las fracciones parlamentarias y la integración de los órganos de gobierno de la cámara mencionada -y las que no se mencionan también, federal y locales- es que podemos apreciar cómo con grupos parlamentarios grandes, medianos o pequeños se negocia el manejo de los recursos públicos, el voto popular, o el nombramiento de altos directivos de las entidades del gobierno. Los más singulares son quienes integran los mini grupos parlamentarios, quienes, desde esta posición estratégica hacen de su representación en las cámaras su plataforma para hacer negocios en favor de su patrimonio personal o familiar. “Negocian” pero no debaten propuestas de iniciativas de ley o cómo hacer para que la vida de los mexicanos sea mejor, todo con tal de vestir de legítima una decisión o para que el historiador o investigador social -a la distancia- aprecien como plurales las votaciones legislativas.

Pero todos, grandes, medianas o mini, las fracciones parlamentarias negocian el “voto popular” de la elección de un gobernador, de un presidente municipal, inclusive, de un “senador” o diputado local o federal. Eso, aunque usted no lo crea. No se trata de imputar con esto que la gente esté impedida de emitir su voto libremente, sino que quede expuesto al debate público que con medidas como la de apoyar desde el gobierno o de otras esferas del poder, abierta o encubiertamente, a un candidato o aspirante a que sus competidores o adversarios sean denostados públicamente por cualquier tipo de acción ilegal que hayan cometido ellos, sus amigos o familiares, basta para allanar el camino a quien pudiera ser el beneficiario de este tipo de negociaciones.

Asimismo, en las negociaciones aludidas existe la posibilidad de que se acuerden nombramientos de “sumisos aliados ciudadanos” para que ocupen altos mandos directivos en órganos “autónomos” o paraestatales como el IFE, Pemex, la Comisión Federal de Electricidad, o la Cofetel por citar sólo algunos. Todo para que desde el manejo de esas posiciones garanticen los intereses de quienes los apoyaron a llegar a sus puestos. Pero estos nombramientos no sólo provienen de propuestas de las cámaras legislativas. Muchos provienen de los llamados poderes “fácticos”, de aquellas empresas pertenecientes al duopolio televisivo nacional. No están lejos de este escenario quienes son apoyados por ciertos grupos empresariales o la iglesia católica, incluso, de alguno que otro gobierno extranjero que ejerce influencia sobre el régimen. En todos los casos los sumisos legisladores “levanta dedos” apoyan lo que la disciplina partidista les ordene y cuidado y protesten porque les anulan su futuro en política.

Tener la mayoría o una importante cantidad de votos de los miembros de este cuerpo colegiado puede determinar si en un estado del país se hace o se posterga una obra pública de gran envergadura como la refinería de Pemex que recientemente se anunció podría ser construida en el estado de Hidalgo. Y que decir de obras como la del nuevo Archivo General de la Nación que erróneamente se quiere construir en los terrenos que albergaron a la “Conafrut” en la carretera libre a Toluca. Una obra que, se dice, puede rebasar los dos mil quinientos millones pesos. Por ello, aunque parezca incongruente, es que vemos llegar a San Lázaro a tanta gente sin preparación, a tanto “levanta dedos”, que en la mayoría de los casos desconoce el valor de su voto o de su apoyo a una decisión y, generalmente, son corrompidos con “apoyos” que en términos legales forman parte de sus prerrogativas, pero que su coordinador les da a cuenta gotas y como si les hiciera un gran favor.

Por lo anteriormente expresado es que la ciudadanía debería conocer más para qué sirven las elecciones; para que sirve su voto al renovar la Cámara de Diputados, ya que no se trata de una elección insignificante como a muchos les gusta hacer creer al pueblo. Por ello la importancia de no dejar que otros decidan por nosotros en las jornadas electorales. Que todos sepamos y, de ser posible, evitemos que una minoría de sinvergüenzas siga provocando que persista el pernicioso desempleo, la fuga de capitales, el cierre de empresas, la caída del PIB y del sector turístico o que con el pretexto de la guerra contra el narcotráfico se cometan graves violaciones a los derechos humanos. No dejemos que los “presupuestívoros” insaciables de la “Burbuja” o del “Bronx” sigan decidiendo sumisamente sobre más de tres millones de millones de pesos o sobre sus efectos vinculantes en la economía. ¿Y usted, cómo la ve? Politólogo.

Presidente de Parlamento Ciudadano del Estado de México. Agradezco sus comentarios a: comunicacionsocial_pacem@yahoo.com.mx

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